21/11/10

un problema político

Qué buena noche para que justamente haya ocurrido todo eso que estaba pasando. La luna llena, los animales e insectos particularmente armoniosos, y los duendes detrás de los árboles, al tanto del inmenso dolor que irradiaba de mí, decían suavemente palabras que no entendía pero que eran fácilmente interpretables como voces de ánimo. Un momento de perfecta armonía.
En un pequeño intermedio de absoluto silencio, me eché en la canoa, a contemplar el cielo, seguro que los peores peligros de la naturaleza no se atreverían a arruinar un momento tan perfecto. Y en ese momento vi el humo, volteé hacia el costado y vi las últimas luces del incendio a menos de un kilómetro de distancia. Quizás no lo sienta ahora, pero cuando amanezca y los monos y otros animales empiecen de nuevo con la cacofonía disonante de la selva, voy a empezar a tener que aguantar el vinagre debajo de mi lengua, y así hasta el día en que me muera.

2 comentarios:

papi