31/12/11

fin de año

el año se termina, también se terminan los días, las semanas, los orgasmos, las vidas. hay una manía loca de cambiar de ambiente radicalmente, de pronto hacer lo mismo que en cualquier fin de semana habitual no vale la pena: es un desperdicio. ¿qué significa esto? todo el año has estado haciendo algo que no ha sido suficientemente divertido. y ahora que se acaba, hay que hacer algo que valga la pena, es la última esperanza para evitar pensar que el año fue una mierda, y encima no solo hay que cambiar de ambiente sino meterse todos los tragos y todas las drogas, chupar hasta que salga el sol y más, esta tiene que ser LA mejor noche de todo el año, y de paso la noche más diferente también, tiene que ser la mejor y diferente, de nuevo, esto solo significa que nos aburrimos todos los días y recién al final queremos hacer algo para cambiarlo. ¿como quedarse en internet varias horas al final del día? ¿chupar los fines de semana? ¿darle más fuerte cuando te acercas al orgasmo? ¿querer salir en moto cuando tienes 70 años? quisiera quedarme en mi cuartito calet este año nuevo leyendo un libro y no saber nada de nada, y luego, un martes cualquiera de abril o de agosto meterme una bomba increíble y no pensar nunca que las cosas se van a acabar, tremendísima debilidad.

24/12/11

hola

si estudio una de esas carreras tipo sociología o psicología o filosofía (¿?) mi tesis sería "Un disco de Justin Bieber por Navidad: La relación entre el capitalismo y la estética contemporánea"

acróstico

oh
broders
esta está
definitivamente
entre las peores palabras
cojudas que
existen

10 años después

Todavía podemos seguir caminando desde Lince hasta Barranco, aunque cada vez hemos ido diciéndonos menos, y ahora rara vez decimos algo en todo el camino.

23/12/11

no se puede

escribir algo que no se puede con palabras neutrales vergonzosas lejos de la verdad o tocando tu cuerpo lentamente lentamente empezar lentamente alguna cama o sillón o el campo o el piso una sábana con el cuerpo abierto sobre una cabeza un hombro o un pecho de a pocos de a poquitos una mejilla y una esquina y boca un pecho un cuello y boca de nuevo una lengua en un lugar mágico un brazo atrás de una cabeza abalanzarse encima como si fuera la última cosa y luego dormir de nuevo hasta que una mejilla boca no dormí anoche mi cuerpo pide cosas como agita las piernas cuando quiere ir al baño tiembla cuando está incómodo días enteros con la cara en la puerta y el ojo en la mirilla hecho un loco quiero dormir no saber de nadie pero esta pulsión

tu poema

no quiero escribirte un poema
te escribí un poema

oh

he llenado mi bong y mi chimenea de humo y el resultado viéndolo en retrospectiva causa nostalgia pero también es sospechoso. digamos que si me hipnotizaran y reviviera mi faceta de chimenea sería un mal momento, un pésimo momento. los primeros días puedes empezar a pensar cosas lindas: te conoces bien, conoces bien a tus amigos, conoces bien todo y a todos, y de pronto empiezas a ir por el buen camino de la vida. pero la tercera o cuarta noche se puede poner peligrosa: de estar solo empezarás a pensar cosas horribles acerca de ti, que difícilmente serán ciertas, o cosas acerca de los demás. cuando alguien te importa y estás con los delirios agárrate. la pálida men.

aaaaaaaaaaa

hay una voz adentro de mi cabeza y fácil de la tuya que grita y grita y grita y el eco se escucha en mis brazos y en mis piernas temblorosas. por ejemplo se plantea la posibilidad que el evento X no se deba a Y porque quizás Y se deba a que Z por lo que Y ya no es legítimo y por ende no es una causa válida para X. cosas así. imagínate. seguramente lo has pensado. y si no lo has pensado vives una vida feliz y no tienes nada que hacer leyendo blogs de gente como yo. causita

20/12/11

quedarse

Lidia estaba en el cumpleaños de Natalia. Natalia había invitado a la gente hasta temprano. Hasta la medianoche. A las dos de la mañana Lidia y Julio iban a encontrarse en la casa de Julio. A la una y media Natalia estaba borracha, por primera vez en su vida, y mandó a la mierda su lectura obligada del Quijote del día siguiente para emborracharse bien por una vez en su vida, y encima

-¡Con mi mejor amiga Lidia!

Entonces Lidia decidió tirar su reloj al wáter y tomarse otro vaso de ron. A las dos y media de la mañana una llamada teléfonica:

-Lidia, ¿dónde estás?

Al salir, Lidia pateó un gato que encontró en la avenida donde iba a tomar el taxi para ir a la casa de Julio, prendió un cigarro y al llegar no se desvistió ni para irse a dormir.

The ultimate form of bitching

Cuando recién me empezó a interesar la literatura, me golpeó, como habrá golpeado, supongo, a muchos otros, el mundo literario. Al comienzo uno es inocente, y ve en el mundo literario a gente admirable, gente que seguramente lo ha leído todo, de una sensibilidad magnífica, una sensibilidad que no solo es sensible sino intelectual. He visto a varios de mis amigos entrar, sería demasiado atrevido decir entrar ciegamente, así que lo diré indirectamente nada más, he visto a varios entrar en el mundo literario y volverse, de a pocos, unos más de ellos. He visto a unos hablar de las obras oscuras de Jodorowsky como si comentaran el chavo del ocho. He oído hablar de ideales absurdos un jueves a las 5 de la tarde. Hasta he visto unos con boina. Yo, a lo mucho, comento acerca de cómo el héroe de lo que sea que esté leyendo yo o con quien hable se parece a la historia de Jesús (¿y quién no se parece?), a veces me pongo audaz y comparo el final de Kill Bill con el de Bestiario de Cortázar, y una vez, pero una vez nomás, hablé con un amigo acerca de Macondo y los espejos. En mi defensa, estábamos jugando Winning, la invitación era para explicarle a este amigo Cien años de soledad para el examen de la próxima semana y algo tenía que decir o se acababa el juego. He leído miles de cosas, y las que no he leído las he buscado en Wikipedia; he ido a seminarios acerca de autores que no he leído: no me paso todo el día leyendo, debo admitirlo, pero estoy bien informado, y tengo, creo, buen juicio respecto a la literatura. No es, de ninguna manera, como ese chiste, en el que el profesor de literatura dice que las cortinas son azules para expresar desolación y el autor dice que son azules porque the curtains were fucking blue, hasta Bukowski hablaba del pájaro azul, pero tampoco es, al menos como yo lo veo, como para hacer esas comparaciones brutales que se hacen a veces los literatos. Quisiera acordarme de ellas ahorita pero me cuesta recordar las cosas que no me parecen lógicas: me es más fácil aprender las líneas de pensamiento que las conclusiones, como no saber la dirección de un lugar pero igual poder llegar a él. (Un ejemplo podría ser esos que comparan todo, todo a la trascendencia del ser (ojo: del ser)). Mi literato preferido fue un profesor de inglés en el colegio, pensándolo bien, no fue mi favorito, se me ocurren un par más que pueden haber sido mejores, pero definitivamente fue el que más me marcó. Leíamos El señor de las moscas, y cuando llegamos a la parte de la masacre, la discusión simplemente no se ponía tan enérgica y dramática como él hubiera querido. Dejó de hablar acerca del libro y primero dijo, en inglés: “Imagínense que estemos aquí, en clase, y de pronto saque una pistola y me reviente el cerebro”. El tipo era un pelado, alto, con pinta de irlandés, con una chivita bien afeitada, que siempre tenía medio abierta las camisa, que lo primero que nos dijo en la primera clase fue que vivía en Barranco y le gustaba pasar sus tardes viendo la puesta de sol tomándose una cerveza. Eso fue lo primero, luego quería seguir explicando lo brutal de la masacre que estábamos leyendo, y se tomó un respiro, miró al cielo, puso las manos en una carpeta, las alzó de nuevo como diciendo “a mí no me culpen por nada”, movió la cabeza un poco a lo Toledo y dijo: “I saw my best friend getting shot when I was sixteen years old”. El año siguiente habló acerca de Un tranvía llamado deseo, leímos la parte en la que Stanley le tira a Stella un pedazo de carne, y dijo que no deberíamos estar leyendo eso, que era demasiado sexual. Pero más tarde, quizás en la misma clase, dijo algo que por alguna extraña razón siguió sonando mucho tiempo en mi cabeza: “You’re old enough to understand a look”, en relación a los gileos en las fiestas. Gran profesor. Otros, me imagino, hubieran estado tratando de verle la connotación religiosa a una cabeza de chancho en medio de la selva, o algo así. He leído las primeras páginas de El ABC de la lectura de Pound, lo dejé porque a mí me gusta leer literatura, no porque haya sido pedante (no estoy diciendo que no lo sea), pero saqué algo valioso: Ahora que lo pienso, no sé si a esto exactamente se refería Pound, pero igual pensé esto leyendo su libro, así que de todas formas hay que darle crédito. A la literatura, como a las obras de arte (esta comparación sí es suya) no hay que tomarla solo en reseñas, hay que ir a ver las exposiciones (osea los libros). Hay un poema de Bukowski que dice que un buen poema debe tener un verso en una lengua extranjera, tiene que haber sido escrito en Francia, tiene que mencionar alguna cosa griega o histórica, y mientras menos se entiende, mejor es.

Señor

El pueblo votó por el cambio. Dónde chucha está el cambio.

18/12/11

neurosis

ah
oh
que desesperante
el verso excluyente

15/12/11

Ley marcial

Cuando llegamos Lidia y yo a la casa de Gabriel lo hicimos de la mano, besándonos apenas nos sentamos, y sin interactuar con nadie más hasta 15 minutos más tarde, cuando el mismo Gabriel demandó que pusiéramos plata para comprar trago. Sentí la frialdad, pero al mismo tiempo no. Tengo esta cosa; la dicotomía entre lo que está bien porque lo dice la sociedad y lo que está bien porque lo digo yo. Tengo mis propias construcciones acerca de las dos, que sé, perfectamente, como tú también debes saberlo, que no se asemejan en nada a las que son en ‘la realidad’, o, para evitar más debates, a las que son en tus percepciones del mundo; sé que como yo lo veo, si lo ves, realmente, si lo miras, es decepcionante porque es totalmente otra cosa en comparación a lo que tú ves, quizás llegue a ser como la diferencia entre naranja y rojo, o mejor, quizás tan sutil (al menos en nuestros ojos de literatos: blanco y negro, y esto no es una metáfora) como la diferencia entre rojo y escarlata, pero es una gran diferencia de todas formas. Incluso teniendo mis propios parámetros me generan dudas las leyes compuestas por mí: ¿responden a un interés inmediato? ¿Al deseo? ¿O realmente me parece bien? ¿Me parecería mal porque no se parece a mi idea de ley social universal? En fin. La sentía y no la sentía, a la frialdad. Marco estaba siendo cortante conmigo, ¿pero no es cortante siempre? O, Gabriel realmente no me quiso invitar un cigarro, ¿porque siempre le pido y ya se hartó o porque está expresando desacuerdo? Yo hice los chistes de siempre, con mi flamante chica al costado, nuestro viaje a Pucallpa, la película que vimos ahora en la tarde, los músicos con los que nos juntamos, lo que dijo su mamá en el almuerzo.

Ya estábamos tomando y llegó Ramón. Cuando nos saludó a Lidia y a mí lo hizo mirando al piso. A Marco le dio un abrazo silencioso. Chupamos un rato. Cuando Ramón hablaba, yo no lo hacía, y viceversa. A Lidia le daba igual, hablaba siempre, indiscriminadamente, apenas encontraba el anzuelo de algo que le interese. Después de un rato Marco, excitado de pronto, sugirió que jugáramos “Verdad o lapo en la cara”. La persona a tu derecha te da para elegir entre responder a una pregunta comprometedora o dejar que te meta una cachetada en la cara. Aceptamos todos. Pasaron unas rondas de lo más tranquilas, con lapos suaves y preguntas estúpidas. En una a Marco le tocó hacerme una pregunta, y yo le dije, sonriendo, que quería un lapo en la cara. Él se levantó con seriedad. Se acercó, y en vez de peinarme, cogerme la cara, fastidiarme, como solía meter los lapos en la cara, me metió una cachetada como las de mi madre, o peor, como las de mi padre, un porrazo en la cara, una aventada dentro de una celda, una detención por plagio, una suspensión por préstamo de carné bibliotecario. No se disculpó. Solo Lidia se sobresaltó. Marco se sentó, y le respondió a Gabriel que quería una verdad. ¿Quién es mejor: Tolstoi o Dostoievski? Dostoievski.

José

José no llores
sobre las páginas
del diario vacio.

solo tienes que pensar
en alguna excusa,
tienes que tener
en la cima de todas
las tardes en la playa
a las tardes en la playa,
a un partido de fútbol,

tienes que recordar
por ejemplo
aquella vez
del grifo,
cuando abriste los ojos
y te quitaste el mandil
penoso de señora vieja.

4.9

he visto a Marcial Rubio
esquivando preguntas
riéndose, caminando
¿hacia dónde?
una camioneta,
un departamento
en San Isidro
un refrigerador lleno
un banco

caminando
ese es el detalle

me vi a mí mismo
en este cuarto alfombrado
frente a un par de parlantes
sin plata para cambiarle
las cuerdas a mi guitarra
y demasiado borracho
como para ponerme a leer (y entender)

sentado,

sentado,
nadie pregunta

11/12/11

¿Qué haces entonces?

Debe ser horrible estar buscando todo el tiempo algo que ya se tiene.

Carrera

Si algo he aprendido es que el narrador te convence de que las cosas son de una manera, pero puede pasar que un personaje te diga que era de otra totalmente diferente.

Haile, nos encontramos de nuevo.

Todo es un puto chiste para ti. Tú eres parte del chiste.

1/12/11

matalacaja

Despedaza y mata la caja que es mi cuerpo
/que pretende ser el tuyo/
Sin odio
con violencia

Vierte el contenido en el ojo de cristal de un tigre
parte las líneas con un arma
antes de inhalar
obsérvame con lupa

matalacajaqueestucuerpo
y vierte el contenido
en el ojo de cristal de tu animal favorito.

¿en qué se diferencia un corazón de un anticucho?

Honestidad brutal

Le tengo más miedo a estar solo que a no lograr nada.

matapasiones

algunas personas piensan todo el tiempo en fumar wiros. otras personas en cachar. en estudiar. en su pareja. yo pienso todo el tiempo que no tengo que estar pensando en lo mismo todo el tiempo. carajo