2/4/11

un vino

silvia y carlos me acompañaron esta noche a comprar un vino. le tuve que preguntar a la chica que atendía en la tienda cuál era el vino más barato. la chica me dijo que no sabía, porque no se sabía los precios de memoria y que tenía que pasarlos por caja. entonces un hombre que había estado escuchando nuestra conversación nos señaló uno de los que estaban más escondidos en el estante. lo saqué y se lo pasé a carlos, que estaba detrás del hombre en la fila para pagar. el tipo volteó y le quitó la botella a carlos, leyó la marca y se lo devolvió. obviamente, no podía faltar el comentario. qué mierda de vino. inmediatamente se lo pidió otra vez, fingió que leía la marca de nuevo pero dijo "dolor de cabeza asegurado". en ese momento empecé a observarlo, y no mirarlo. me di cuenta que era gordo, hinchado, francamente feo. tenía la cara hundida, totalmente sudada y repleta de granos. como si dándose cuenta que lo estudiaba, volteó a mirarme, luego miró a la chica y le preguntó cuánto costaba el casillero del diablo. la chica le dijo que no se sabía el precio de memoria y que tenía que pasarlo por caja. el gordo me pidió que le pase el vino. lo hice. la chica lo pasó por la caja y dijo que costaba cuarenta soles. me puse a conversar con silvia. el gordo nos interrumpió y me dio la botella. toma, invítale algo decente a tu flaca. entendí que me estaba diciendo que la compre, por lo que me dispuse a guardarla de nuevo en el estante, pero me dijo que era para mí. y luego se corrigió y no es para ti, es para tu flaca. mirada hambrienta. el sudor y la saliva se chorreaban por el mismo costado. tú no tomes, es para tu flaca. de ahí le preguntó a la chica cuánto estaban los cigarros. la chica le respondió el precio, y el tipo le dijo: "lo que pasa es que iban a comprar dolor de cabeza asegurado, pero le regalé a la chica este vino". volteó a mirarme y me repitió tú no tomes, es para ella. no deje de mirarlo. había pasado el último minuto mirándolo fijamente. el sudor estaba derritiéndole la cara, parecía estarse pulverizando. las cosas ya no tenían forma en ese rostro porcino. tiró con fuerza las monedas de los cigarros en la caja. se le cayeron dos, la chica se agachó a recogerlas. al recibir los cigarros el gordo se dio media vuelta, volteó y nos dijo, con una perfecta sonrisa de imbécil, "pasenla bien, chicos". le di la botella de vino a silvia, salí y patié un poste con todas mis fuerzas. caminé cojeando a mi casa, carlos abrió el vino y me emborraché. un rato después dejó de dolerme el pie. al día siguiente tampoco me dolió la cabeza.

1 comentario:

  1. Jajaja, me gustó como de esa anécdota has escrito tanto y tan detalladamente, josé.

    un abrazo y ponte hielo en el pie

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papi