3/3/12

El frío del mundo

Hay días en los que me siento bien. Son la mayoría. Pero cada cierto tiempo pasa que gradualmente me pongo más y más irritable, pesado, me canso más, duermo menos. Leo menos y escucho más música. Escribo mucho. Veo pocas películas. Salgo poco de mi casa. Me inhibo. Me acobardo. Me hago la víctima. Me siento muy inteligente. Rechazo la empatía. Dejo de prestar atención a lo que me dice la gente. Cosas así. Y entonces fumo hierba hasta tener la garganta hecha una parrilla y en el paroxismo de la fumada me abrazo con mucha fuerza al colchón en el que duermo y dejo que entre en mí el frío del mundo. Así, literalmente: en verano, en pleno marzo acá en Lima, siento frío como si estuviéramos en invierno. Y luego me da una gripe tremenda, se me baja la presión, me la paso hecho un desastre, postrado en mi colchón enfermo sin poder dormir. Cuando me curo, salgo a la calle por yo diría una necesidad fisiológica y vivo ahí, paso semanas sin dormir dando vueltas por todos lados, hasta que me pongo más y más irritable, pesado, me canso más, duermo menos.

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