31/10/11

una semana

Un buen día María dijo que se iba de la casa. Ya tenía novio, el novio ya tenía plata, no había por qué quedarse aquí como durmiendo sobre los muertos. No lo dijo con esas palabras, pero yo me sentía más o menos así.

En esas épocas trabajaba en un taller de percusión. Era el peor trabajo del mundo. Ni siquiera era percusionista: era guitarrista, pero el saxofonista de un grupo en el que toqué alguna vez necesitaba a alguien sin empleo que lo ayude. Necesitaba un asistente, y quién mejor que yo si encima sabía algo de música. No lo dijo con esas palabras, o sea no exactamente así, pero lo recuerdo así. Los alumnos eran niños pobres de Chorrillos. Tocábamos subiendo por el cerro que te lleva al planetario. Los chibolos vivían por ahí, en una calleja por la que no había más espacio que para un solo carro, con una señora vieja que era buena gente.

Apenas salía del trabajo, a las seis, me iba a chupar. En esas épocas paraba en la calle, yendo a las casa de mis amigos para ver películas y poder acumular suficiente plata como para comprar un litro de ron. Todos los días estaba borracho. Fue poco tiempo después de que terminé con la primera flaca que tuve. Cada vez era peor: no tenía nada de plata. A veces, cuando me quedaba hasta tarde, en la madrugada en su casa, tenía que regresarme caminando, desde Magdalena, porque no tenía plata para tomar un taxi. Y nunca podíamos ir a hacer nada excepto tomar un par de latas porque solo tenía plata para eso. Por eso, supongo, es que tomaba tanto. O quizás era por lo que estaba leyendo. Y, por eso llegaba en la madrugada todos los días.

Una semana mis amigos se fueron de viaje. Estaba metido en mi cuarto todos los días, leyendo, fumando, durmiendo. Escribía poemas, malos, no es que los de ahora no sean malos, esos eran peores. Hasta escribí un cuento, acerca de un par de amigos a los que los agarró la policía con una pava por fumar borrachos en Miraflores. Un día que lo estaba corrigiendo escuché un sonido que pensé era en el baño. (A mi cuarto del baño lo separan dos pasos por un pasadizo estrecho y a la derecha). Era como si alguien estuviera sacándole la tapa a la parte de atrás del wáter, esa que suena un culo. Después de un rato volvió a sonar, y luego de luego, y después sonaba una vez cada tres minutos. Pensé que podía ser alguien que había entrado al baño. Cogí mi guitarra (era la única cosa con la que podía golpear a cualquier cosa que encuentre) y salí. La puerta del baño estaba cerrada y con la luz apagada. Supuse que eso era suficiente evidencia para volver a entrar a mí cuarto, supongo que eso pasa cuando tienes miedo, no piensas bien que por ejemplo, el choro podría haber apagado la luz o que estuvo con la luz apagada desde un principio. Al entrar le puse pestillo a la puerta.

Empezó a pasar en las noches. Empezaba en la tarde, como a las cinco y media, y antes de las ocho ya llegaba a su mayor ritmo. Yo me quedaba ahí con el pestillo puesto, haciendo las cosas. Una noche, de pronto, el sonido se detuvo, y poquísimo tiempo después empezó a sonar la puerta fuertísimo, como si la golpearan con un culo de fuerza rapidísimo. Grité y me lancé de espaldas a mi cama. Cogí la guitarra, por si acaso, pero nunca lograron abrir la puerta. Esa noche también le había puesto el pestillo.

Pararon antes de la medianoche. No dormí. En la mañana no salí de mi cuarto. No tenía saldo en el celular y me dio demasiado miedo ir a buscar el teléfono. Estuve ahí tirado, con la guitarra cerca. La noche del día siguiente pasó de nuevo. A la mañana siguiente, de nuevo, no salí ni para comer, pero pude dormir un par de horas. A las 4 empecé a sentir el pánico. Grité por la ventana, pero nadie me escuchó, o me ignoraron. Y llegó el golpe en la puerta. Esa noche me desmayé.

Desperté porque tocaban la puerta en la mañana. Grité, pero luego oí la voz de María. Corrí a la puerta y la abrí. Me vio y se asustó un poco. Ese día también llegaron mis amigos de viaje, en la noche chupamos en mi casa. Les pedí que sea en mi cuarto, para ver qué pasaba con los golpes extraños en la puerta. Esa noche no pasaron. La siguiente tampoco. Aún no pasa de nuevo, y ha pasado cuánto, casi un año.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

papi