16/7/12

COMO EN EL CINE

                Un joven de 22 años sube las escaleras de un bar. Al bar lo alumbran pobremente unos focos de luz verde y hay humo de cigarro en todos lados. En la pared hay posters de promociones de cerveza, afiches de mujeres casi calatas y letreros de no fumar. Una joven está sentada en una mesa cerca a la esquina. Acaba de terminar un plato de yucas fritas y está bajándose una cerveza. El joven se acerca y sin preguntar se sienta en su mesa. Ella revisa el lugar y luego prende un cigarro. Mira deliberadamente hacia otra parte por casi un minuto, mira su vaso y saca una libreta y un lapicero. Toma un sorbo y empieza a escribir. El joven ha prendido violentamente un cigarro, sin revisar. Lleva lentes oscuros, un sombrero tipo detective y una chalina grande, verde, sobre una camisa también verde y unos pantalones de corduroy. Ella tiene un polo rojo de Pam Grier.
                Sin mirarla, soltando el humo del cigarro, el joven empieza.
                -¿Sientes que tu personalidad es neutral? Como si todas las cosas que hicieras fueran lo más normal del mundo, totalmente neutrales, sin expresividad. O, a ver… como si todos los demás hicieran cosas que son tan diferentes que tú sientes que cuando las haces, no estás expresando nada. Como si tuvieras un tono de voz neutro, sin melodía, sin expresividad, o que si la tienes, es totalmente falsa. ¿Te ha pasado?
                La joven toma un sorbo de su cerveza. Sigue mirando su libreta.
                -Como si no tuvieras personalidad. Como si fueras la única sin personalidad de toda la gente que conoces.- Toma un sorbo y una pitada del cigarro. Bota el humo rápidamente. –Pero no “sin personalidad” como los idiotas que se dejan abusar, a los que puedes ponerte frente a ellos en la cola del cine y no te dicen nada a pesar de que te hayas colado. “Sin personalidad” como si fueras así, medio muerto, sin expresar nada.
                Ella lo mira al fin a los ojos. Una mirada de un segundo. Y volvió a su libreta.
                Él se inclina sobre la mesa.
                -Eso te pone a pensar acerca del concepto de “normal”. Si no tenemos una personalidad que explota, que se expresa demasiado, que no llama la atención, digamos, es porque somos totalmente normales. No tenemos nada anómalo. Amorfo. Pero así, el centro somos nosotros. Y por eso es tan radicalmente inconcebible que haya personas que tomen otras cosas, las cosas más rarazas, como normales.
                Está hablando fuerte. De vez en cuando la gente voltea y lo mira. Él ha estado mirando a la chica fijamente, pero ahora mira hacia un lado. ¿Cómo un sabio cerca a la conclusión? Ella no ha dejado de mirarlo desde hace treinta segundos. Él lo sabe. Después de un rato vuelve a ella. Ella lo sigue mirando y le dice tranquilamente, en voz baja, casi dulce:
                -¿Lo vamos a hacer? Si quieres lo dejamos acá.
                Él se quita los lentes, los pone sobre la mesa. En ningún momento le quita a ella los ojos de encima. Y así:
                -Es como la gente que dice Conga va o no va. Puede haber dos personas que digan que sí va, pero quizás con ideales distintos. Por ejemplo: somos humanos, tenemos que explotar a la naturaleza todo lo que podamos y tenerlos bajo nuestro control.- Alza la voz para esto último. Y aún más para esto. –O: somos humanos, nuestra naturaleza es conseguir más dinero y comprar todo y hacernos los huevones y tirar toda nuestra plata en trago y no tener ningún sentido.- Un poco de tranquilidad. –Cualquier cosa: cualquier pachotada se puede decir para apoyar Conga.
                Ella tira su libreta al piso.
                -¿Eres imbécil? ¿Oe, eres tan huevón, en serio? ¿Vienes acá a decirme puras cojudeces y gritarlas a mi cara, sin que yo te haga ningún caso, y encima huevón te vas a poner a hablarme de Conga? ¿A mí me vas a hablar de Conga? ¡Yo estudio Economía en la Pacífico, imbécil, qué crees, que puedes venir a decirme a MÍ? ¿Cómo CHUCHA no va a ir Conga? ¿Quieres que la gente se muera de hambre?
                Él también se para.
                -¡Cojuda, se nota que no sabes nada!
                Ella se dobla, mira al piso, se tapa la cara con las manos. Se incorpora inmediatamente. La gente ya está gritando su opinión acerca de Conga o insultándolo. Las opiniones son variadas. Ella suspira y termina:
                -¡Imbécil!- y coge un vaso y lo rompe tirándolo al piso. Sale corriendo. Él se seca su vaso de cerveza y sale, tranquilamente, ignorando al mozo que había subido a ver qué pasaba y al griterío de la gente que lo insulta.

                Más tarde, en el malecón de Barranco, Enrique y Silvia se tomaban un ron mirando el mar. Ya estaba amaneciendo.
                -¿Realmente crees todo eso de la personalidad neutra, y esas huevadas?
                -No. Fue la primera cojudez que se me ocurrió cuando llegué. Estaba un poco nervioso. Era la ropa.
                Ella se río y lo abrazó. Él también se río.
                -A mí me gustó. Yo me siento así.- dijo ella.
                -Sí, pues.
                Él tomó un sorbo del ron.
                -Esta ha sido la mejor.- dijo.
                -Sí, oye. Pero en una parte casi me mato de risa.  
                -Yo también, casi. Cuando rompiste el vaso…
                Ella se volvió a reír.
                -Vamos a tener que buscar otro bar.

4 comentarios:

  1. CONGA NO VA, QUE CENSUREN TU CUENTO25 de julio de 2012, 9:08

    CONGA NO VA CONGA NO VA, FACHO, RACISTA, CAPITALISTA, DISCRIMINADOR, VIOLADOR DE DERECHOS HUMANOS, CONGA NO VA

    ResponderEliminar

papi