Chorreó Orfeo. Y los animales del
bosque, carentes de almohada y
de guarida, chorrearon en el más
absoluto silencio.
No hubo movimiento ni sonido
que interrumpa esta delicada
ceremonia. (Se instaló un templo
del chorreo). Al mesías se le
anunciaba, a oídos ciegos y ojos
sordos, en una tranquilidad implacable.
Y de pronto, como un trueno en
la montaña, cayeron las ollas. Alguien
desconectó el proyector dentro de
un cineclub.
Se levantó Orfeo. Se acabó el
chorreo. Se levantaron las bestias y
sin emitir ni un soplido resignados
trabajaron por el bien de otro
chorreo.
Orfeo está bajando de peso
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